Esta mañana, a eso de las seis, han salido a pescar.
Les he visto regresar en la lancha neumática, a bofetadas con las olas.
El más alto lleva uno de esos pantalones de camuflaje que se venden en los mercadillos,
el otro, un fabuloso terno de neopreno gris y dos fusiles con arpón.
En la playa espera el remolque y un todo-terreno abrigado de pegatinas.
Se acercan al bar de Loli, bromean con un cliente aficionado al fútbol,
hincha de un equipo que no suele ganar nunca.
Les he seguido porque siempre traen uno, y el de hoy es enorme.
Me miran y sonríen henchidos de orgullo, ven en mis ojos la admiración y el respeto
de quien no entiende de tesoros.
-Ven p`acá guaje-, me dicen, y obedezco,
y me cuentan que tienen que guindarlo y cubriendo el lomo con un paño,
estrangular con fuerza.
-Si no, no hay Dios que lu coma-.
Apuran el vino barato y recogen los fusiles, mientras se van,
el soldado se vuelve y dice:-Vamos preparalu y traemoste la prueba-,
pero yo lo que quiero es salir con ellos a pescar.
Versos del desánimo – 2003
Joserra
BAHINAS

La Casa Común
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jueves, 23 de octubre de 2008
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